El cambio climático y su impacto en el futuro del aceite de oliva

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El aceite de oliva virgen extra (AOVE) es uno de los productos más valorados de la
dieta mediterránea y un pilar fundamental en la economía de muchas regiones
productoras. Sin embargo, el cambio climático supone una amenaza creciente para
su producción y calidad. Factores como el aumento de las temperaturas, la
reducción de las precipitaciones y la proliferación de plagas están afectando los
olivares y comprometiendo el futuro de este valioso producto.
Temperaturas en aumento y estrés hídrico
Uno de los principales efectos del cambio climático es el incremento de la temperatura
global, lo que impacta directamente en el desarrollo de los olivos. Las olas de calor
más frecuentes y prolongadas generan estrés en los árboles, afectando la floración y
la posterior producción de frutos. Además, las temperaturas extremas pueden alterar
la composición química del aceite, reduciendo su calidad y propiedades
organolépticas.
Por otro lado, la escasez de agua es otro desafío crítico. El cultivo del olivo es
resistente a la sequía, pero necesita un equilibrio hídrico para producir aceitunas de
calidad. La disminución de las lluvias en las principales regiones productoras, como
España, Italia y Grecia, está obligando a los agricultores a recurrir a sistemas de riego
más eficientes y a buscar variedades de olivo más resistentes a la falta de agua.
Alteraciones en los ciclos de cultivo
El cambio climático también está modificando los ciclos tradicionales del olivar. Las
estaciones cada vez más impredecibles están adelantando la floración y la
maduración de la aceituna, lo que afecta el rendimiento del aceite y su perfil
sensorial. Un adelanto excesivo de la cosecha puede reducir la cantidad de
polifenoles, compuestos responsables de las propiedades antioxidantes y beneficiosas
del AOVE.
Asimismo, los inviernos más cálidos afectan la vernalización, un proceso clave
para que los olivos produzcan frutos en la siguiente temporada. Si las temperaturas no
son lo suficientemente frías durante el invierno, la producción puede verse reducida
drásticamente en la siguiente cosecha.
Mayor proliferación de plagas y enfermedades
Las condiciones climáticas cambiantes favorecen la expansión de plagas y
enfermedades que afectan a los olivos. Insectos como la mosca del olivo (Bactrocera
oleae) y la polilla del olivo (Prays oleae) han ampliado su rango de acción debido a
inviernos más suaves que no controlan de forma natural su población. Además,
enfermedades como la Xylella fastidiosa (bacteria), que provoca la desecación de los
árboles, se están propagando con mayor rapidez en diversas regiones.
Adaptación y futuro del AOVE
Frente a estos desafíos, el sector del aceite de oliva está adoptando estrategias para
mitigar los efectos del cambio climático. La selección de variedades más resistentes,
la implementación de técnicas agrícolas sostenibles y el uso eficiente del agua son
algunas de las medidas clave. Además, la investigación en biotecnología está
ayudando a desarrollar olivos más adaptados a las nuevas condiciones climáticas.

El futuro del AOVE dependerá de la capacidad del sector para adaptarse a este nuevo
escenario. Si bien el cambio climático plantea desafíos significativos, también impulsa
la innovación y la búsqueda de soluciones sostenibles para garantizar la
producción de este tesoro gastronómico por generaciones venideras.

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